Hegel Rivera
En espera del título en Psicología Clínica, miembro de la Sociedad de Psicólogas y Psicólogos de México. Creador de Neuropsitio.
Tw @HegelRivhera @Neuropsitio
FB: Hegel Rivera, Neuropsitio
Psico Digital
Existe una creencia bastante arraigada -en mi opinión errónea-: pensar que se nace con talento. Lo radical ante esto, es tratar de vivir ignorando al talento que se hace. Heredar genes es lo único certero, así sea una persona que no busque descendencia, la ilusión egoísta de transcender tiene como fin impactar en los demás para que los aprendizajes sean enseñados de generación en generación.
Reducir el razonamiento hasta considerar al sexo como la principal energía que mueve al mundo es conservar un pensamiento estancado en la primera mitad del siglo XX y pretender que el mundo funciona sin aceptar el mecanismo biológico que nos permite estar aquí nos volvería igual de radicales a quienes piensan que si naces como un “pobre idiota” morirás de la misma manera.
Observar a alguien con destreza es inspirador. Así se contagia la motivación, haciendo lo que se ama. Cuando alguien inspirado por otra persona con destreza, intenta poner en práctica sus conocimientos sobre una técnica artística, lo primero que se notará es la famosa “suerte de principiante”. Le siguen una serie de errores, proceso conocido como “curva de aprendizaje”, fue un concepto muy utilizado por el año 2019.
El nivel de dificultad que exige la tarea junto con la capacidad cognitiva del individuo son las dos columnas que determinan si la persona inspirada logrará convertir ese mágico momento en un factor que determine su futuro. Una tarea muy compleja difícilmente mantendrá atenta a la persona, mientras que una tarea demasiado fácil aburre.
A veces la inspiración no se hace motivación, sino deseo. Esos casos son sueños que con dedicación, disciplina y autoexigencia, pueden ser realizados; por eso son sueños, pues es solo una pequeña fracción del total de ensoñadores quienes se atreven a dar todo a cambio de ver su sueño hecho realidad.
Si a nivel individual los sueños son difíciles de llevar a cabo, más aún para la sociedad. Por eso tendemos a creer que la utopía sucedió o sucederá en alguna extraña, mítica y desconocida sociedad, aunque terminemos por asegurar que nuestras condiciones de vida son mejores a las de cualquier otra especie que haya tenido oportunidad de pisar el planeta. Nuestro deseo al final de nuestros días es que alguna generación posterior experimente eso que entendemos por utopía, casi siempre sin considerar que las motivaciones de la especie humana dependen más del tiempo, que de la especie humana misma. ¿Quién iba a imaginar que salir de casa sería un deseo apenas imaginable con la llegada de la vacuna?
Ojalá los dramáticos cambios del año pasado sean suficientes para encaminar mejor nuestras motivaciones. Con suerte un día podremos entrar en debate sobre chips de control mental implantados a través de campañas de vacunación para enfermedades que los países desarrollados ignoran puesto que no las padecen.